Antes de la pandemia, vivíamos una vida rápida. En muchos casos, esta se quedaba solo en llegar a dormir a nuestras casas, dejando de darle importancia a nuestro hogar. Con esto me refiero a todos los detalles, como el colchón en el que dormimos, las sábanas, la Iluminación correcta, una ducha rica y bonita, los lugares cómodos, perfumados, las plantas y los jardines. Nada de eso importaba tanto como después de la primera semana de encierro…

Al inicio de la Pandemia, hablabas con los dueños de tiendas de decoración y te contaban su preocupación por las pérdidas que dejaría el COVID-19 en sus negocios, pero pasó todo lo contrario... Una explosión de ventas de muebles, electrodomésticos, papeles murales, porcelanatos, gente cotizando proyectos para sus nuevas cocinas, etc. Algo impactante ocurrió. Al fin, los chilenos empezaron a valorar el interior de sus casas, y valorar sus viviendas y cómo están equipadas, es valorarse a ellos mismos.

Un hogar viene diseñado, y con buenos productos no solo ahorras tiempo en limpiar, cocinar y ordenar, sino que también el hecho de vivir en un lugar lindo, mejora el estado de ánimo, te sientes mejor.

En resumen, la pandemia nos deja: Transformar nuestros hogares en el bien material más importante, nuestro refugio. Ahora, todo lo que tenga nuestra casa sí importa, y no para que el resto lo vea, sino para que nuestra familia pueda disfrutar de todos los detalles pensados para cada uno de los espacios.