MKArq | Bar Club Naval

Una nueva vida para un espacio olvidado

En el subsuelo de un edificio centenario olvidado, Felipe Espinoza, arquitecto y constructor, vio una oportunidad: transformar una antigua bodega en un bar sofisticado, funcional y cargado de identidad.

Hoy, ese lugar —parte del exclusivo Club Naval— revive con un nuevo lenguaje, que respeta la arquitectura clásica del 1900, pero introduce elementos contemporáneos con una narrativa inspirada en el mar.

Curvas, madera y oleaje

La propuesta toma como punto de partida el imaginario naval. La gran barra central, inspirada en un submarino, organiza el espacio. Desde el cielo, curvas de madera bajan y envuelven el bar, evocando el oleaje del mar y la construcción naval. Cada curva fue única, diseñada mediante un algoritmo matemático y ensamblada pieza por pieza, como un rompecabezas.

La barra, de gran escala, fue pensada para invitar a las personas a reunirse y quedarse en el espacio. Más que un punto de servicio, se convierte en el núcleo del proyecto: amplio, cómodo y cálido.

Tradición y modernidad en equilibrio

La intervención fue quirúrgica: sin alterar la estructura original, se demolió hasta la base para instalar una planta de elevación de aguas servidas, ventilación, climatización e infraestructura técnica, todo sin que se viera.

Materialmente, el uso de palillaje de madera —en plena tendencia— no solo decora: controla la humedad de los muros. El porcelanato oscuro con look mármol, junto con palillaje de color negro y revestimientos modernos, aporta profundidad y contraste.

El ambiente general remite a una caverna: iluminación tenue, superficies oscuras, y una sensación de refugio bajo tierra.

Baños con carácter

Los baños retoman la estética institucional del club, pero con un giro. Incorporan griferías con sensor, cubiertas ultracompactas en look madera y una ambientación coherente con el resto del proyecto. Los pasillos que los conectan simulan una cueva, en contraposición a la luz que se concentra en el interior.

Un proyecto total

Todo fue pensado y ejecutado por Felipe Espinoza. Con 11 años de experiencia en el rubro y 5 liderando obras integrales, su enfoque combina precisión técnica y sensibilidad espacial.

“Diseñar es solo una parte. Construir me permite llegar a mejores resultados. Aprendí a hacer ambas, y hoy disfruto más construir que proyectar”, afirma.

El Bar Club Naval ya está en marcha blanca. Un proyecto que recupera un espacio olvidado y lo transforma en un lugar de encuentro, historia y diseño.